martes, 10 de marzo de 2009

LA RECESIÓN EN ARGENTINA








Marzo de 2009 encuentra al mundo con una recesión bien avanzada, que se presenta como la más severa desde la posguerra. Prácticamente todos los países del globo experimentan una fuerte caída de la actividad industrial, el consumo, el empleo, la recaudación y las exportaciones, que afecta principalmente a los países industrializados.

Argentina, lejos de la inocente idea del desacople, esta sintiendo muy fuerte los efectos de la crisis global y la mayoría de los economistas sitúan sus proyecciones de crecimiento nulo o negativo para 2009.

¿Cómo nos afecta la recesión a los argentinos?

La recesión global ataca a nuestro país por varios frentes: primero, por la caída del precio de los cereales causada tanto por la de baja esperada en la demanda global como por el cierre de posiciones especulativas por parte de los “hedge funds”.

Por otro lado, el “credit crunch” (reducción del crédito) reduce la posibilidades de financiamiento, aumentando el costo del dinero significativamente en los países menos industrializados. En un lenguaje simple, durante las crisis financieras, las principales economías (y principalmente Estados Unidos) absorben capitales invertidos en todo el mundo, empezando por los de mayor riesgo, para hacer frente a la crisis y se “sientan sobre los dólares” hasta que pase el temblor. Como si esto fuera poco, a nuestro país se le suman otros problemas estructurales, como son un abultado gasto del gobierno, poca flexibilidad que demora la reasignación de recursos, y baja credibilidad en la seguridad jurídica.

La recesión afecta prácticamente a toda la población. Para las empresas, la recesión significa una caída de las ventas y un incremento en el costo de financiamiento que puede poner las empresas en serios problemas. Para los empleados del sector privado, un incremento en la probabilidad de perder el empleo. Para el gobierno, una caída en la recaudación y, en esta crisis en particular, aumento en los gastos para intentar mitigar los efectos mediante políticas keynesianas. Y para los empleados públicos, una potencial retraso en el pago de sus ingresos, sobre todo para los provinciales y municipales. Sin embargo, en el contexto ideológico que caracteriza la política económica global actual, los empleados públicos están más seguros que nunca en sus puestos durante la recesión debido a las medidas heterodoxas mencionadas mas arriba.

¿Cómo combatimos la recesión?

Esta es la pregunta bajo la cual se me invitó a participar de esta edición sobre un Plan Anti-Crisis y, aunque hice el esfuerzo para pensar en una solución innovadora, mi opinión no es muy alentadora para todos. Si bien es posible prepararse para combatir una crisis, lamentablemente el momento más apropiado para hacerlo ya quedó en el pasado.

Las medidas anti-cíclicas deben iniciarse en los periodos de crecimiento. Esto es fácil de entender a nivel familia. Las familias mas preparadas para afrontar el desempleo son aquellas, que supieron hacerse de un “colchón” cuando tenían ingresos. Esto también incluye invertir en educación y capacitación o en vivienda propia.

A nivel empresa, las políticas anti-cíclicas pasan por mantener un nivel responsable de endeudamiento, las cuentas al día, diversificar la clientela y, muy importante, adelantarse a los ciclos económicos. Negar u olvidarse de la naturaleza cíclica del crecimiento económico lleva a las empresas a tomar decisiones “fatales”. A su vez, los gobiernos también pueden prepararse para amortiguar los golpes de la economía internacional. Aquí el método no está tan claro ni consensuado. Pero ésta es mi opinión personal de lo que creo que NO hay que hacer durante las épocas de abundancia:

. Aumentar el gasto corriente a un nivel poco sostenible en el largo plazo (esto es un patrón en casi todos los gobiernos desde que tengo memoria), invirtiendo cada vez menos, proporcionalmente, en infraestructura, educación, y desarrollo tecnológico.

. Crear desequilibrios en los precios relativos a través de precios máximos, subsidios y retenciones, estatizaciones y mantenimiento prolongado del tipo de cambio y tasa de interés fuera del nivel de equilibrio.

. Desalentar la inversión privada interna y externa, creando dudas sobre la seguridad política (o jurídica) y la estabilidad económica (expropiación de empresas, confiscación de los ahorros de los aportantes luego de que estos confirmaran reiteradamente su decisión de dejar sus aportes jubilatorios en manos de entidades privadas, etc.). Cuando el sector publico se hace muy grande, es difícil que pueda seguir creciendo sin producir un efecto “crowding out” (desplazamiento de la actividad privada) cada vez mayor, teniendo en el largo plazo un efecto neto negativo.

En conclusión, pocos consejos puedo aportarles a la Pyme o el individuo con problemas financieros en este momento del ciclo económico. Sólo una frase de aliento: “Siempre que llovió, paró”. Lo mejor que se puede hacer hoy es empezar a “sembrar para la próxima campaña” y, sobre todo, mantener limpia la historia crediticia, para poder aprovechar al máximo las próximas vacas gordas.

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Gonzalo Becerra

Licenciado en Economía recibido en la UNC. Master en Finanzas de London Business School, donde se graduó con el premio Merrill Lynch de la clase 2004. Fue responsable de planeamiento financiero de Telecom y luego del posgrado se quedo 3 años en Londres trabajando en finanzas estructuradas para Merrill Lynch y Deutsche Bank por un total de tres años. En 2007 regreso a argentina y es actualmente director y CEO de Becerra Bursatil.

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